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Entra a robar en un banco, y le confunden con el Ratoncito Pérez.

 

... Parece increíble, pero es cierto, y no es la primera vez que se registran sucesos descabellados en la población de El Pito, situada en el concejo municipal de Avilés, Principado de Asturias. Sin embargo, y según el diario local "Trasgus e diañus", en esta ocasión el asunto habría resultado cómico, de no ser por el peligro que corrió la protagonista de nuestra historia.

A. López, prejubilada de 62 años que ejerce las labores de portera en una comunidad de vecinos desde hace más de tres décadas, se encontraba en su puesto habitual de trabajo, esto es, en la portería del edificio, el jueves pasado. De pronto creyó escuchar golpes provenientes del interior del armario que tiene en la parte trasera de la portería, y armándose con un plumero y una botella de aguarrás, se acercó para averiguar de dónde venían tales sonidos.

Cuál no sería la sorpresa de esta heroica mujer, al descubrir que los enigmáticos ruidos procedían, nada menos, que de un butrón que alguien había ejecutado en el muro de detrás del armario. De hecho, no sólo descubrió el enorme agujero (que había perforado pared y mueble por igual), sino que también se encontró de frente con un caco que, arrodillado en el fondo del armario, la miraba con "expresión desorientada", según ha explicado la protagonista.

En un primer momento, el instinto del delincuente le llevó a intentar huir sin herir a la anciana. Sin embargo, ésta había perdido hacía poco el último diente real que le quedaba, de modo que tomó al ladrón por el Ratoncito Pérez que, sin duda, venía a llevarse el susodicho incisivo y, de paso, dejarle algún dinerillo. Se trata de una mujer excepcional, sin duda, pues al encontrarse con la negativa del caco a reconocer que era el Ratón Pérez y a pagarle, e incluso llevarse, el diente, A. López agarró al individuo de una oreja, y lo mandó sentar mientras llamaba a la policía.

En su declaración, el caco alegó que la anciana era una "vieja bruja que poseía poderes infernales", intentando que el juez aceptase como prueba de sus palabras el tamaño que había adquirido la oreja tras el fuerte agarrón. También admitió haber intentado robar en el banco que queda contiguo al bloque donde trabaja A. López mediante el método del butrón. "Sin embargo", ha manifestado en sus declaraciones, "pensar que al otro lado de una pared pueda haber otra loca como esa, hace que me replantee mi vida... Tal vez deba vender cine erótico, ahora está de moda entre los obispos."

Seguiremos informando.

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